https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/09/04/basta-exhumar-dictador/951447.html
Desde mi picoesquina
No
basta con exhumar al dictador
Era algo previsible. La tibia y
tardía decisión del Gobierno de exhumar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los
Caídos, casi once años después de aprobada la Ley de Memoria Histórica, ha reabierto
un debate social que nunca se cerró del todo. El franquismo, como fenómeno
político y sociológico, parecía adormecido, que no desaparecido, pues parece
bastante evidente que sigue bastante incrustado en la sociedad. No creo que sea
el único en percibir la espontánea oleada de ‘comprensión’ hacia los derechos
de la familia (derechos que nunca reconoció el dictador a sus víctimas
enterradas en cunetas y fosas comunes) incluso entre generaciones de jóvenes
que no llegaron a conocer a Franco. El fenómeno ha producido una polarización
de posturas que ha llegado a afectar, incluso, a relaciones familiares y
personales.
Polarización social ya
perceptible desde la deriva soberanista catalana, alentada por una burguesía
que al tiempo que abrazaba la causa rupturista no ocultaba su indisimulado
abrazo a los recortes neoliberales que han hecho estragos también en Cataluña. A mayor abundamiento, las torpes decisiones políticas
y judiciales criminalizando el ‘procés’, la descarada utilización del mismo por
la derecha como granero electoral, junto a la airada respuesta de un rancio
nacionalismo de corte centralista alentando el ‘a por ellos’ han sido el caldo
de cultivo para iniciar un incendio al que la citada decisión gubernamental de
exhumar a Franco no ha hecho sino añadir más gasolina.
A ello hay que añadir la impúdica
exhibición de un cierto sentimiento profranquista en señalados dirigentes de la
derecha como Pablo Casado y Albert Rivera que coexiste, y se nutre,
de la oleada conservadora que ha eclosionado en EE UU y Europa al calor, y por
reacción, al 15M y movimientos similares como Occupy Wall Street. Y la discusión no se traslada ahora sólo al
ámbito de la economía, sino que afecta a temas como la moral, la familia, el
aborto, los valores culturales, etc., la esencia del ideario franquista.
El franquismo residual, pues, se
siente cómodo en el seno de esa marea conservadora, hegemónica en la medida en
que ha logrado incrustarse en las mentes y en los comportamientos de la gente.
De ahí que sea tan difícil erradicarlo. De ahí que quienes nos situamos en el
campo contrario tengamos que navegar contracorriente. Y de ahí que la mayor
parte del cuerpo social permanezca inmóvil ante las agresiones frecuentes a
nuestra, ahora, endeble democracia, como se ha puesto de relieve en la escasa reacción
ciudadana (la política era de esperar) ante la proclama de desagravio a Franco protagonizada
por algunos centenares de militares retirados y en activo; o, aquí en Murcia,
ante el acto vandálico protagonizado hace unos días en la plaza Derechos
Humanos de Murcia, en la que fue arrancada la placa conmemorativa del sufrimiento
y muerte de los 85 murcianos deportados a los campos de exterminio nazi. ¿Y qué
decir de las agresiones que ya se han iniciado hacia señalados dirigentes de la
izquierda?
Hechos deleznables donde los
haya. Pero, además, hay quienes quieren que un manto de silencio se extienda
sobre la simbología y restos del franquismo, a veces banalizando el sufrimiento de las víctimas de
ese ominoso régimen, como la decisión del ayuntamiento de Murcia de programar
en la Cárcel Vieja un concierto dentro del Ciclo ‘Melodías en la Cárcel’, sin
duda por el deseo del alcalde Ballesta
de convertir ese centro del horror y muerte en un ‘espacio amable’ (¿?).
Pablo
de Greiff, el relator especial de la ONU para la promoción de la verdad,
la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, declaró en su
informe de 2014 no haber visto nunca, en sus veinte años trabajando por este
tema en todo el mundo, una distancia tan enorme entre las instituciones del
Estado y las víctimas de los crímenes franquistas. Y respecto del tema de la
resignificación del Valle de los Caídos, algo que estaba en la agenda del PSOE pero
que, una vez más, por presiones de la derecha ha quedado aparcado, De Greif
echaba de menos algún tipo de información respecto de la forma en que fue
construido y de las condiciones en que fueron allí trasladados muchos de los
presos.
La pervivencia del Valle de los
Caídos, como el único mausoleo levantado en Europa en memoria de un dictador,
es una anomalía democrática. Pero no la única. Por ello, para consolidar una
democracia de verdad, es preciso hacer una labor pedagógica sobre la
importancia de la misma, en oposición a todo tipo de dictaduras (hoy, el
estudio del franquismo sigue teniendo escaso peso en los programas escolares),
y, además, hay que abordar valientemente toda una labor legislativa para
enterrar definitivamente el franquismo. Cito algunas actuaciones necesarias: Eliminación de toda simbología de la dictadura
en espacios públicos; derogación de la Ley de Amnistía de 1977; condena
explícita del régimen franquista por las Cortes españolas y anulación de la
validez de las penas impuestas por sus tribunales ; exhumación, a cargo del
Estado, de las más de 2.000 fosas comunes aún pendientes; ilegalización de la
Fundación Franco y otras similares; compensación a las familias por las
expropiaciones ilegales durante el franquismo; homenajes públicos a los
luchadores antifranquistas y por la democracia; depuración de responsabilidades
por el asunto de los bebés robados, etc., etc.
Sin abordar estas actuaciones, el
legado de ese odioso régimen va a seguir siendo una rémora incrustada en
nuestro sistema de convivencia.
Diego
Jiménez @didacMur