A la vista de la tibieza y el retraso con que se ha enfocado ese homenaje a nuestros deportados, pareciera que el alcalde José Ballesta se ha visto forzado a dar cumplimiento a aquella moción, pero sólo para guardar las formas.
Cuando el 29 de junio
del pasado año 2017, y por acuerdo conjunto de la junta de portavoces
del Ayuntamiento de Murcia, el Pleno municipal aprobaba por unanimidad
rendir un homenaje a los 85 murcianos del municipio deportados a los
campos de exterminio nazis, quienes estamos embarcados en que en este
país se conozca la Verdad sobre la represión franquista y nazi, se haga
Justicia y se produzca la Reparación, veíamos que toda una Corporación
municipal, aparcando aparentemente sus diferencias ideológicas,
demostraba cierta sensibilidad con el drama humano y personal que supuso
aquella horrible experiencia histórica.
Para hacer
memoria, recordemos que aquella moción, que se gestó merced a los buenos
oficios del joven historiador ceheginero Víctor Peñalver, fue
auspiciada por la Asociación para la Recuperación y Defensa de la
Memoria Histórica de Murcia-Tenemos Memoria (MHMU) y tramitada
inicialmente por los grupos de la oposición. Y aunque recogía tres
acuerdos, a saber, reconocimiento institucional del Ayuntamiento de
Murcia hacia los deportados en los campos de exterminio entre 1940 y
1945, la instalación de un monolito en una calle o plaza pública en la
memoria de las víctimas y un homenaje personal por parte del
Ayuntamiento a D. Francisco Griéguez Pina, único murciano de la capital
superviviente en esos momentos, no preveía lo que nos parece
fundamental, y que sí reclamó MHMU: inscribir los nombres de los 85
murcianos represaliados.
Ha pasado todo un año sin que el equipo de gobierno
hubiera hecho efectivo ese acuerdo de pleno. Por fin, el pasado lunes 25
el Ayuntamiento de Murcia lo cumplió sólo parcialmente. El pequeño
monolito instalado en un lugar con escaso tránsito peatonal y poco
visible, la calle Derechos Humanos, no contiene, como he dicho arriba,
los nombres de las víctimas. A mayor abundamiento, si lo comparamos con
otras esculturas que adornan la ciudad, como el Monumento al Nazareno y
la estatua sedente del rey Alfonso X el Sabio, ubicados en sitios tan
céntricos como la Glorieta de España y la Gran Vía que lleva el nombre
de aquel monarca, respectivamente, no resiste la comparación con el
diseño y la relevancia de esos grupos escultóricos. Y como advirtiera
acertadamente el compañero de Cambiemos Murcia Carlos Egio en un tuit,
por lo visto matar toros (en alusión al monolito dedicado a Ortega Cano)
tiene para el PP el mismo valor que morir por la libertad. La memoria
de las víctimas murcianas de la represión nazi hubiera merecido un
esfuerzo y dedicación mayor por parte del equipo de Gobierno. El
homenaje personal a Francisco Griéguez tampoco va a ser ya posible, pues
falleció hace unos días. Y se hubiera podido hacer, porque en los actos
del lunes se encontraban familiares directos, su sobrina y su hermana.
A la vista de la tibieza y el retraso con que se ha
enfocado ese homenaje a nuestros deportados, pareciera que el alcalde
José Ballesta se ha visto forzado a dar cumplimiento a aquella moción,
pero sólo para guardar las formas, pues parece claro que el PP no se
destaca precisamente por su entusiasmo con Ley de Memoria Histórica.
(Recordemos, a este respecto, que el expresidente Rajoy se jactaba de la
nula consignación presupuestaria para el desarrollo de esa ley).
Por eso, en relación con el cumplimiento de la misma por parte de este
Ayuntamiento, detectamos en el equipo de Gobierno algo más que
relajación. No de otro modo hemos de entender la parálisis que se
observa en las obras de rehabilitación de la Cárcel Vieja de Murcia (en
las que está previsto, recordemos, un espacio para la Memoria), una vez
resuelto el concurso de ideas previo a la licitación de esas obras, o la
desesperante lentitud con que transcurren los trabajos para la
eliminación del callejero franquista. Por cierto, y aunque no sea
competencia municipal, la existencia de la inscripción falangista en la
fachada de la catedral que da a la Plaza de la Cruz es algo que rechina a
cualquier demócrata. La MHMU ya se ha puesto en contacto, sin éxito por
el momento, con el Deán de la Catedral y cursado escritos al Obispo de
la Diócesis Cartagena-Murcia. ¿Podría el Ayuntamiento hacer algo más
para la desaparición de esa vergonzosa inscripción?
Esperemos que otra Corporación municipal con distinto sesgo político sea
más sensible al cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica.
*Diego Jiménez es Vocal de la Asociación para la Recuperación y Defensa de la Memoria Histórica de Murcia-Tenemos Memoria
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