El pasado diciembre, la Unión Europea
recibió el Nobel de la Paz. La noticia nos produjo a muchas personas un gran
estupor. ¿Cómo era posible asignar tal distinción a una institución que, en los
últimos tiempos, no se viene caracterizando precisamente por la potenciación de
la paz y la coexistencia pacífica en escenarios bélicos recientes?
HAY HOMBRES QUE LUCHAN UN DÍA Y SON BUENOS. HAY HOMBRES QUE LUCHAN UN AÑO Y SON MEJORES. HAY HOMBRES QUE LUCHAN MUCHOS AÑOS Y SON MUY BUENOS. PERO HAY QUIEN LUCHA TODA LA VIDA, ÉSOS SON LOS IMPRESCINDIBLES. (Bertold Brecht).
miércoles, 6 de febrero de 2013
MALI: NUEVA GUERRA NEOCOLONIAL
Publicado en la edición impresa de la Opinión de Murcia. 06-02-2013
Primero fue la penetración en Libia, bajo
el paraguas de la OTAN, intervención armada que produjo no menos de 120.000
víctimas, el asesinato de Muammar el Gadafi
y la destrucción de las infraestructuras del país. El final del conflicto no
consiguió la estabilización de Libia; antes al contrario, en el país se ha
impuesto la sahría, ante la pasividad de Occidente.
Vino después la penetración occidental en
Siria, financiando a grupos armados para desestabilizar el país, mediante la
entrega de armas a milicias salafistas, como Jabhat al-Nusra, clasificada por Estados Unidos como organización
terrorista. Y, como en el caso libio, se justificó tal intervención en el
carácter despótico del presidente sirio.
Antes de su muerte, en marzo de 2011, el
líder libio Gadafi vaticinó: “Yo personalmente juego un papel
estabilizador en la región de África. Si la situación en Libia es
desestabilizada, Al Qaeda mandará aquí. Libia se convertirá en el segundo
Afganistán y los terroristas llenarán Europa”.
En la actualidad,
Francia, violando las estipulaciones de la Resolución 2.085 del Consejo
de Seguridad de la ONU, se ha embarcado en una auténtica guerra de conquista
del norte de Mali. Y, como pronosticara Gadafi, las amenazas de los grupos
fundamentalistas islámicos no se han hecho esperar.
Según
nos refiere el analista francés Thierry
Meyssan, poco antes de que la OTAN
tomara Trípoli los franceses lograron sobornar a varios grupos tuareg. Con el fin de la
guerra, esos grupos regresaron al desierto. Los tuareg son un pueblo nómada que
se mueve en el Sahara central y en los bordes del Sahel. Desde los años 60 del
pasado siglo, no han dejado de cuestionar la soberanía de Mali y de Níger sobre
las tierras del pueblo tuareg. Lógicamente, los grupos que Francia armó
decidieron utilizar esas armas para concretar sus reclamaciones en Mali. El
Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) toma entonces el poder
en casi todo el norte de Mali, donde viven sus miembros. Y un grupúsculo de
islamistas tuareg, conocido como Ansar
Dine, aprovecha la situación para imponer la sharía en varias localidades.
El 10 de enero, Ansar Dine –con el apoyo
de otros grupos islamistas– ataca la ciudad de Konna,con la intención de
extender la ley islámica al sur de Mali. Dioncounda
Touré, el presidente de transición (se había producido un golpe de Estado
que derrocó al presidente Amadou Toumani
Touré), decreta el estado de urgencia y solicita la ayuda de Francia. París
interviene, en cuestión de horas, para impedir que la capital, Bamako, caiga en
manos de los islamistas. Francia dirige su mirada a Argelia y le solicita ayuda
para concretar su intervención militar. Argel se encuentra ante una disyuntiva:
colaborar con la antigua potencia colonial o arriesgarse a enfrentarse a un
reflujo de los islamistas radicales. Finalmente Argel accede a abrir su espacio
aéreo al tránsito de los aviones franceses. Esta decisión está indudablemente
relacionada con el ataque de un grupo islamista no identificado a una planta de
gas natural de la British Petroleum, ataque que trata de internacionalizar el
conflicto de Mali trasladándolo a Argelia.
¿Qué busca Occidente al embarcarse en
esta ‘aventura’ militar? (No olvidemos que Francia no actúa en solitario, pues
en la guerra de Mali está recibiendo
algo más que apoyo logístico de otros países, entre ellos España). Algunos
analistas, como Alfredo Embid,
opinan que Occidente usa el terrorismo, como el conflicto en Mali o la toma de
la planta de gas en Argelia, como una excusa para seguir robando las reservas
de hidrocarburos de esos países. “Argelia tiene de hecho unas reservas
importantes de petróleo y sobre todo gas. Después de apropiarse de las reservas
de Libia, Argelia es uno de los países africanos que está en la lista”. Embid
asegura, pues, que el nuevo conflicto con los islamistas, iniciado por Francia en territorio
de Mali y que causó el ataque a la planta de gas en
Argelia, debe ser analizado de manera conjunta, relacionándolo con
lo ocurrido en otros países como Siria y Libia.
A mayor abundamiento, no olvidemos que en
la zona actualmente en conflicto (Mali, Níger), además de petróleo, hay
importantes reservas de minerales, entre ellos el uranio, elemento
imprescindible para la continuidad de las centrales nucleares francesas. Por lo
que, indudablemente estamos, pues, ante un nuevo episodio de una guerra neocolonial.
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