https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2020/04/08/acoso-derribo-hay-apoyar-gobierno/1105530.html
He de
reconocer que, como algún amigo lector me hizo saber, cuando en mi artículo de
LA OPINIÓN de fecha 10 del mes pasado relativicé, en parte, la gravedad del
coronavirus covid-19, comparándolo con la letalidad de otros virus mortíferos
que asolan a la Humanidad, quizá desconocía, como el propio Gobierno en
aquellos momentos, la virulencia que iba a adquirir la pandemia que en estos
momentos se extiende por todo el planeta.
Al
día de hoy, no voy a descubrir nada si digo que nos enfrentamos no sólo a una crisis
sanitaria, sino también social, económica y cultural, probablemente la de mayor
gravedad tras nuestra Guerra Civil, y que va a determinar indudables cambios en
la percepción de nuestra existencia cotidiana y de nuestra manera de ser y
estar en este planeta. La crisis económica que ya está aquí va a ahondar mucho
más las diferencias sociales, el paro, la pobreza, y ralentizar la producción y
el consumo, de no mediar un intervencionismo estatal que, en las circunstancias
actuales, se me antoja más necesario que nunca y del que daré unas pinceladas
al final del artículo.
En ese
contexto, por si no la habían descubierto ya, es evidente que esta crisis
sanitaria y esta situación de emergencia nacional han destapado el perfil más
vil y la bajeza moral de la derecha política. (A la extrema derecha, que
incluso postula un golpe de Estado, prefiero ignorarla por completo). A su
propensión enfermiza a la mentira y la manipulación, de que son muestras
episodios como los del Yak-42, el accidente del metro de Valencia o los graves
atentados del 11-M en Atocha, se suman estos días sus virulentas y desleales
invectivas contra el Gobierno. A título de ejemplo, resulta irritante su queja de
la falta de camas en los hospitales de Madrid, precisamente la comunidad en la
que el experimento neoliberal de privatizaciones es más que evidente y en donde
la media de camas privadas hospitalarias sobre el total es del 33,3%, según
datos de Sanidad (media estatal, 27,08%).
Esto no
ha llegado por casualidad. Muchas de las personas que estos días jalean y
festejan en los balcones de sus casas los esfuerzos del personal sanitario por
atajar esta grave pandemia reforzaron en su día, con sus votos, a partidos que
hicieron de la privatización su seña de identidad. Esperemos que la gravedad de
esta crisis sanitaria les haga reflexionar, pues es la Sanidad Pública la que
les va a salvar si caen en la enfermedad. Pero, desgraciadamente, muchas de estas
personas siguen secundando el llamamiento de la derecha a boicotear y derrocar
a este Gobierno. La misma gente que aquí calló cuando se rescataron bancos y
cajas con dinero público, se desmantelaba la Sanidad y algunos robaban a manos
llenas.
Gente que
cae de lleno en la trampa de la campaña impulsada estos días por diversas
fracciones de la clase dominante del capitalismo español para, desde los medios
de comunicación afines, ir minando la imagen del Gobierno, primero contra Pablo Iglesias y luego, si no se aviene
a la adopción de ciertos compromisos (léase Gobierno de ‘salvación’ nacional
con el PP y Cs), contra Pedro Sánchez.
Porque parece evidente que cuando el capitalismo se siente amenazado, y las
medidas laborales y sociales impulsadas por el Gobierno son percibidas como tal
amenaza, se lleva todo por delante. Da igual que Pablo Iglesias no se acerque
al marxismo ni, por supuesto, al comunismo con sus propuestas, como mucho,
socialdemócratas. El objetivo está claro: hay que impulsar una campaña de acoso
y derribo contra el Gobierno, arropada por la cohorte mediática conveniente.
A
finales del mes pasado, un titular de Libertad
Digital lo expresaba con claridad: “El pánico se desata: Iglesias instaura
un régimen comunista”, artículo que destacaba que Pablo Casado “representa a la mayoría de españoles que no quieren
una dictadura de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias” [sic].
Un
editorial de ABC, titulado “Temor
entre los empresarios ante las sugerencias de nacionalización de Iglesias”,
añadía: “Iglesias pretende aprovechar el caos para instaurar un régimen
bolivariano y una economía estatalista, colectivizando bajo criterios del más
puro comunismo”. ¡Acabáramos! ¿Se ignoraba conscientemente lo estipulado en la
Constitución española? Artículo 128.1. Toda la riqueza del país en
sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al
interés general. 2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Las medidas
económicas y sociales impulsadas por el Gobierno ¡están en la Constitución!
Según
ese artículo es normal que, si la situación fuera mucho más grave, el Gobierno
podría intervenir y/o nacionalizar sectores estratégicos como la energía, el
transporte, las comunicaciones, etc. Tenemos que ir acostumbrándonos a que, tras
esta crisis, nada va a ser igual. Porque, lejos de las consignas de esa derecha
que difunde un ambiguo ‘Protejamos España’, pero vaciando la hucha de Hacienda
al propugnar algo tan irracional como reducciones impositivas a los ricos sin
pensar en los que menos tienen, en este país, como en otros de Europa, debemos
tender inevitablemente a un nuevo New
Deal, como el impulsado por Franklin
Delano Roosevelt tras el crack de 1929, con una fuerte inyección de dinero
público en sectores claves de la economía y un incremento sustancial de las
partidas destinadas a la protección social. Pero para eso, al margen de los
200.000 millones de euros anunciados por el Gobierno, hacen falta medidas
fiscales más decididas. Y hace falta otra mentalidad de una Unión Europea que,
en las grandes crisis, como la de los refugiados, mira hacia otro lado.
En
ese sentido, el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, lamentó hace unos días su imagen de dureza con los
países del Sur y anunció su disposición a la creación de un fondo
(insuficiente) de 10.000 a 20.000 millones de euros (parece que ahora hablan de
35.000 millones) para ayuda de los países más afectados por la pandemia, que
sería una donación, no un préstamo. Mientras, la Comisión Europea, plantea
destinar hasta 100.000 millones en créditos reembolsables con el mismo fin.
Cantidades, como puede comprobarse, muy alejadas de las que podrían movilizarse
con una emisión de deuda mutualizada europea, y a mucha distancia de las
necesidades que la pandemia va a generar en los países del Sur.
La
situación, como ven, es muy complicada. Por eso, pese a algunos errores
cometidos, es tiempo de apoyar al Ejecutivo contra la política de acoso y
derribo, que, aprovechando esta grave crisis sanitaria, está realizando la
derecha.
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